18 marzo 2018

Vuelta al... curro

Quién se acuerda de aquella época en la que todos íbamos a comprar libretas nuevas, bolígrafos y lápices nuevos, gomas nuevas, una nueva agenda, quizás una mochila nueva, láminas para dibujo, escuadra y cartabón, compás... En definitiva, material escolar. Incluso íbamos a dejarnos los cuartos en libros de textos que nunca se reutilizaban o casi ninguno, con el fin de tener que comprarlos siempre nuevos. Bueno más bien nuestros padres. Luego tocaba etiquetarlos con nuestros nombres y seguramente forrarlos. 

Seguramente parezca un poco raro, pero me encanta ir a por esos materiales. El olor característico de una papelería me fascina. Aunque eso sí, en la época escolar significaba que las vacaciones estaban llegando a su fin y pronto volvería la rutina. En aquellos años, en esa época que precedía al nuevo curso escolar provocaba en mí emociones contradictorias: el placer por ir a por material y el disgusto por el inicio de 9 meses que quedaban por delante. 

Y ¿por qué comento esto?. Pues la verdad que apenas tiene algo que ver con lo que iba a escribir. Pero son recuerdos que me vienen en estos momentos. Ahora que vuelvo a la actividad laboral, de nuevo siento esos nervios por el Primer Día: gente nueva a conocer, nuevas rutinas, nuevos desplazamientos y nuevos horarios. Con todo eso me viene en mente ese primer día en el que se desconocía si habrían compañeros nuevos, profesores nuevos... También me preguntaba: ¿dónde me sentaré?, ¿qué horario tendré? (por favor que gimnasia no toque después de comer)... Pues ahora me paso algo similar: ¿qué compañeros tendré?, ¿qué horario tendré?, ¿será flexible?

Ahora mi rutina será muy distinta y más activa, obviamente. Por empezar, debo preparar mis tuppers para comer en el trabajo. También debo levantarme bastante más pronto para desayunar y prepararme para un nuevo día. Luego, coger nuevas líneas de bus y ferrocarriles para llegar a la oficina. Y, finalmente, acostumbrarme en el nuevo trabajo.

Mañana será un día en el que los nervios van a estar a flor de piel. De hecho ya estoy algo nervioso. Pero bueno, hay que ser positivos y pensar que todo irá bien. Veremos el balance final del día a ver qué tal ha ido.

1 comentario:

Aitor Bernal dijo...

Momentos abrumadores que acaban por convertirse en rutina. La ventaja es que la rutina puede dejar de serlo si se mantiene el espíritu del primer día. ¡Mucha suerte!